Subí la montaña y te vi.
Baje de ella y desapareciste.
La volví a subir y te vi, entre nubes, entre laberintos de nubes.
Y desapareciste.
Baje de ella como un loco, como la primera vez que te vi.
Pero ni subiendo ni bajando de ella te encontré,
porque entre las nubes y las montañas te perdiste.
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